Cuando en octubre del
año 1979 me hacen el primer nombramiento como sustituto, en el antiguo colegio
Andalucía, ni en mis más remotos sueños, pensé llegar hasta este momento.
Han sido treinta y
cinco años que puedo decir, han pasado muy deprisa.
Enumerar los centros
por los que he pasado, sería cansino, pero no puedo menos, que echar una mirada
atrás de agradecimiento a cada uno de ellos, porque con ellos, ha ido mi vida
de docente.
Como dije, desde el
colegio Andalucía, donde aprendí mi primera situación de aprendizaje, de lo no debía ser mi conducta
hacia los demás, por la negativa impresión que me llevé por parte de alguien
que se creía por encima del bien y del mal, y hasta hoy, en que dejo la
enseñanza, con la satisfacción de que el próximo curso, las aulas del CEIP JUAN
ZAMORA SÁNCHEZ se volverán a llenar de niños, considero que ha sido una tarea
verdaderamente gratificante.
José
Saramago, con quién tuve el placer de compartir unas horas, el día de la
inauguración del IES que lleva su nombre, en Las Palmas de Gran Canaria, dijo
en una conferencia dada en Alicante, textualmente: “los auténticos héroes de
nuestro tiempo no son los astronautas ni los pilotos de Fórmula 1. Los
auténticos héroes de nuestro tiempo son los maestros", que son
"humillados, despreciados, agredidos, y que al día siguiente vuelven al
lugar donde han sido humillados, despreciados y agredidos".
En
mi modesta opinión ¡No creo que lleguemos a tanto!.
Aunque,
vistas las últimas escenas en las que por un simple partido de fútbol, niños, jóvenes y otros no tan jóvenes, han dado una imagen
penosa de la sociedad canaria, me he llegado a preguntar ¿qué estamos
haciendo mal?
¡La
escuela no puede ser la salvadora de todos los males de la sociedad!.
Volviendo
a Saramago, dijo también que: “la familia dimitió del deber de educar”.
Siempre
he defendido ante los padres, que la tarea del aula estaba incompleta sin la
aportación de cada uno de ellos, con sus capacidades y con sus defectos.
Volver
a los recuerdos me trae a la memoria clases impartidas en garajes, como lo hice
en Morro Jable, en casas antiguas de techumbres de cañas, barro, tejas y
lagartos, en el mejor de los casos, corriendo por la cumbrera, como lo fue en
el Carrizal de Tejeda, caserío de postal
junto a la presa del Parralillo y que, paradójicamente está más cerca,
geográficamente, de La Aldea, que de la propia Tejeda.
Aquí,
tengo una de las cientos de anécdotas que lógicamente jalonan la tarea docente,
y que puede ser extrapolable a cualquiera de ustedes, compañeras y compañeros.
Serían
sobre las once la mañana, cuando el padre de Miguel Ángel, uno de los dos niños
de octavo que tenía, (habían en total ocho alumnos), oye silbar a su padre.
Todos los días lo hacía para que le cambiara las cabras de sitio. Pero aquel
día, el silbo se oía diferente. Acudió, y al momento, vuelve y me dice:
-Maestro, mi padre dice que salga para Teror, y que esta tarde llame.
Yo, valiente, con veintisiete años, le pregunté el motivo. La respuesta: “Va a
llover”.
Gracias al padre de Miguel Ángel, tuve una
semana de vacaciones. El barranco, como decimos los canarios, corrió como hacía
años no lo hacía. Si me llego a quedar, me sacan con los pies por delante.
Allí,
era el cartero,el que llevaba el gasoil para el motor que daba la luz, quien les
llevaba las medicinas, etc…
Aprendí
que la tarea que tenía por delante era muy compleja, y por fuerza tenía que
adaptarme a las circunstancias del momento, y aprender mucho más de lo que,
pretenciosamente, creía saber.
La
década de los ochenta fue convulsa. Estaba naciendo el germen de lo que se
llamó “la escuela canaria”.
La defensa de una escolarización para todos y
el efecto “llamada”, que produjo una convocatoria de oposiciones, que trajo
hasta nuestras islas a cientos de compañeros de la península, hizo que la sociedad canaria se levantara en
defensa de lo que creíamos injusto.
De
aquellas luchas llegaron a las aulas muchas de las mejoras que hoy disfrutamos.
Desde
la Ley general de Educación del año 1970, de Villar Palasí, la que implantó la
EGB, se han sucedido diferentes leyes:
La LOECE. 1980. La LODE, 1985, La
LOGSE, 1990, La LOPEG, 1995., La LOCE. 2002., La LOE, 2006 y la actual LOMCE, que
de una manera u otra han evolucionado y revolucionado al mundo docente.
Los
nombramientos de los maestros se hacían en los primeros días de septiembre. Los
mismos comenzaban desde las primeras horas de la mañana y se alargaban hasta
bien entrada la noche.
En
uno de ellos me vi subiendo para Teror a la una de la madrugada del día siete
de septiembre. El retraso se debía a las continuas paralizaciones que ejercían
los sindicatos, para evitar “ciertos chanchullos” que se producían.
En
todos ellos había un personaje histórico, D. Antonio León, “una delegación de
educación” paralela.
Llevaba
el control de cada uno de los nombramientos, a la vez que ejercía de apoderado
de las maestras y maestros, que por una u otra causa, no podían estar en los
mismos.
El
camino ha sido largo, y a veces cruel.
Estábamos
en plena huelga del año mil novecientos ochenta y siete, en una de las tantas
defensas por la escuela canaria, (creo recordar que por aquellos días se habían
sancionados a directores), cuando al llamar al centro en el que estaba, el Colegio
Público Mogán, el director D. Adolfo Suárez Almeida me da una noticia que me
deja helado: “vente para abajo”. Unos alumnos han saltado la valla que delimita
el colegio, han hecho autostop para ir
para la Playa, el coche en el que iban ha tenido una accidente, y uno ha
fallecido”.
Era
en aquel momento Jefe de Estudios, y sinceramente, no sé como llegué hasta
Mogán.
El
encuentro con los padres del alumno fue tenso, pero la serenidad que nos
trasmitieron, a pesar del dolor, es algo que jamás he olvidado.
Decir
que fueron cuatro años de un trabajo docente y personal muy intensos.
El
año mil novecientos noventa y dos, además de la expo de Sevilla, trajo a los
centros una orden que regulaba la implantación de la jornada continua.
En
el curso noventa y uno noventa y dos estaba nombrado en el Colegio Público La
Goleta. Tuve la fortuna de pertenecer al Claustro, que conjuntamente con los
padres, y en base a un trabajo muy bien realizado, se logró que el colegio
fuera el primero del municipio en
implantar ese tipo de jornada.
Hace
unos meses en carnavales, se sacó por segunda vez, la sardina. Pues bien, la
primera, la sacamos en aquel claustro.
La
picaresca ha estado presente en nuestra labor.
Una
vez le dejé a una compañera unas programaciones. Hasta aquí, normal. Lo que
pasa es que cuando llegó la Sra. Inspectora, se las pidió, pero como conocía mi
letra, le dijo:
Srta. dígale a Sergio, que la próxima vez le
cambie la fecha, que lleva un año de retraso.
Entre
tanto colegio, aquí, allá, vinieron a mi casa dos ángeles: Borja y María, mis
hijos, que llenan hoy por hoy, toda mi vida.
Mi
llegada al CEIP JUAN ZAMORA SANCHEZ se
produce el uno de septiembre de dos mil siete. Llego a un centro que, (y no voy
a esconder ni a disfrazar la realidad), no gozaba de buena salud.
A
lo largo de estos siete cursos mi labor ha estado centrada entre la secretaria
del centro y la dirección. Pero he tenido la suerte de contar con la
inestimable colaboración de los compañeros y el
constante apoyo de los padres y madres, que han participado en la vida
del centro como un miembro más.
Siempre
he considerado que las tareas compartidas hacen más atractivo el trabajo.
En
mi proyecto de dirección argumenté que, el mismo, no saldría adelante sin la
colaboración de la comunidad educativa: profesorado, alumnos, padres,
instituciones…
En
esa línea me he movido. Dando la oportunidad de enriquecernos mutuamente.
Y
en esa línea está también la labor de las Concejalías de Educación y de Bienestar
Social, así como del resto de las concejalías del Excmo. Ayuntamiento de
Arucas.
El
Proyecto Expresiones ha sido aprovechado, casi en su totalidad, por nuestro
centro. Nuestra participación, activa o pasiva, nos ha dado la oportunidad de
interactuar en las diferentes acciones presentadas: escuelas de salud, salidas,
talleres, etc…
Un
proyecto destacado entre otros es el de “El Círculo de la Palabra”, cuyos
integrantes han extasiado con sus vivencias a los alumnos del tercer ciclo.
Esta
labor realizada no debe perderse. Por ello, desde aquí, solicito que esa tarea
continúe, que se mejore a base de las memorias de los centros, pero que no
caiga en el olvido.
Quiero
manifestar mi agradecimiento al personal del Excmo, Ayuntamiento, su trabajo,
su disponibilidad, su buen hacer.
Ese
personal tienen nombres y apellidos, nombrarlos sería prolijo, pero los llevaré
siempre en mi pensamiento.
Este
acto de reconocimiento a una vida dedicada a la enseñanza, da muestras de que
la labor realizada por los compañeros y compañeras, que dicen adiós a las
aulas, es reconocida por personas sensibles y de gran corazón.
Siempre
se ha dicho que, “es de bien nacidos….
Quiero
terminar con unos versos del gran Pedro Lezcano.
Ya tengo la
maleta,
una maleta
grande, de madera:
la que mi
abuelo se llevó a La Habana,
mi padre a
Venezuela.
La tengo
preparada: cuatro fotos,
una escudilla
blanca, una batea,
un libro de
Galdós y una camisa
casi nueva.
La tengo ya
cerrada y rodeándola
un hilo de
pitera.
Gracias.
Sergio Saavedra Lezcano.